4 Entra luego y cierra la puerta tras de ti y tras de tus hijos, y vierte
sobre todas esas vasijas, y las pones aparte a medida que se vayan
llenando.»
5 Se fue ella de su lado y cerró la puerta tras de sí y tras de sus hijos;
éstos le acercaban las vasijas y ella iba vertiendo.
6 Cuando las vasijas se llenaron, dijo ella a su hijo: «Tráeme otra
vasija.» El dijo: «Ya no hay más.» Y el aceite se detuvo.
7 Fue ella a decírselo al hombre de Dios, que dijo: «Anda y vende el
aceite y paga a tu acreedor, y tú y tus hijos viviréis de lo restante.»
8 Un día pasó Eliseo por Sunem; había allí una mujer principal y le
hizo fuerza para que se quedara a comer, y después, siempre que
pasaba,
iba allí a comer.
9 Dijo ella a su marido: «Mira, sé que es un santo hombre de Dios que
siempre viene por casa.
10 Vamos a hacerle una pequeña alcoba de fábrica en la terraza y le
pondremos en ella una cama, una mesa, una silla y una lámpara, y cuando
venga por casa, que se retire allí.»
11 Vino él en su día, se retiró a la habitación de arriba, y se acostó en
ella.
12 Dijo él a Guejazí su criado: «Llama a esta sunamita.» La llamó y